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“Cualquier lugar natural contiene una reserva infinita de información y, por consiguiente, un potencial inagotable para nuevos descubrimientos.”
-Richard Louv
Participaciones en Podcast
Episodio 8- De participante a guía: La trayectoria de Mariana en el campo de la Educación en la Aventra desde participante en el programa de liderazgo del Centro Lánzate, hasta instructor en escuelas internacionales como Outward Bound y NOLS.
Episodio 9- ¿Qué son los cursos de cuerdas?: Conversación con el equipo del Centro Lánzate de la Universidad de Monterrey sobre los centros de retos, su historia y cómo ayudan al desarrollo de habilidades de liderazgo y trabajo en equipo.
Artículos Originales
LA AVENTURA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
Por Mariana Rodríguez Serrano | Abril 2018 |Ver una grieta en la montaña. Imaginarse adentrarse en ella y el sentimiento de estar ahí. Decidirse a descender en ella. Prepararse para hacerlo. Investigar la ruta, encontrar compañeros y/o guías, levantarse temprano, preparar comida y agua para el camino, vestirse con la ropa adecuada, llegar al inicio. Todo esto es fácil (excepto tal vez encontrar a alguien que quiera hacerlo también). Empieza el descenso. En teoría se conoce la ruta, pero es un camino que tú nunca has recorrido. Un camino expuesto a las inclemencias del clima. Nunca se sabe a ciencia cierta lo que se va a encontrar o lo que se va a experimentar durante el descenso.
Emoción y expectativa. Golpe de realidad. Cansancio. Belleza. Reto. Ganas de demostrar que sí se es capaz. Calor. Frío. Nudos. Anclajes. Ganas de abandonar. La pregunta ¿qué estoy haciendo aquí? Mirar atrás y ver lo que se ha recorrido. Mirar adelante y descubrir lo que aún falta por recorrer. Ver a otro batallando más. Ver a otro feliz. Ver a otro con miedo. Ver a otro subir y bajar como si nada. Caminar y destrepar. Sentirse expuesto a la altura. Conversaciones. Sudor. Ganas de llorar. Miedo. Risas y palabras de aliento. La vista. La sensación de logro. El orgullo de haber llegado hasta ahí. El placer de compartir ese momento con alguien.
La certidumbre de saber cómo se siente el otro en ese momento. Cerrar los ojos y escuchar. Sentir el viento. Sentir el sol. Sentirse pleno. Saber que aún hace falta más y continuar el descenso. Más gozo. Más cansancio. Más vistas. La pregunta ¿cuánto más falta para llegar abajo? Llegar. Voltear arriba a donde se ha estado. La pregunta ¿ya se terminó? El sentimiento “yo subí y bajé esa montaña por mi propio pie”. El deseo “quiero hacerlo de nuevo”. La certeza de no poder haberlo hecho solo.
El conocimiento de que nadie pudo haberlo hecho en tu lugar. Infinidad de experiencias y emociones en unas cuantas horas. O tal vez días. Ninguna se pudo haber planeado. Quizás imaginado, pero nunca es exactamente lo que se pensó. Esta vez fue bajando una montaña de roca. Otras veces ha sido y será emprendiendo un proyecto. Estableciendo una relación. Realizando un trabajo. Mismas emociones, diferente escenario. Misma persona, mismas habilidades, distintos contextos, distintos retos. Pero siempre crecimiento. Siempre aprendizaje. Siempre aventura. Siempre vida.
Hay dos cosas, una afuera y una dentro de ti que tal vez no sabes lo importantes y lo necesarias que son. O tal vez sí. Independientemente del caso, son dos cosas de vital importancia en la búsqueda de la autorrealización y al mismo tiempo son dos cosas que hacen mucha falta en nuestra realidad actual. La que está fuera de ti es la aventura, la que está dentro de ti es la inteligencia emocional. La combinación de estas dos puede mejorar de forma significativa tus habilidades intrapersonales e interpersonales, tus habilidades de manejo de estrés, adaptabilidad y optimismo. En otras palabras, te ayudará a vivir una vida más plena y a lograr tu autorrealización. Continuemos con cuatro preguntas para entender mejor la idea anterior.
1. ¿Qué significa ser emocionalmente inteligente?
2. ¿Qué tan importante es ser emocionalmente inteligente?
3. ¿Se puede desarrollar la inteligencia emocional?
4. ¿Cuál es la mejor forma de educar la inteligencia emocional?
La respuesta corta para la primer pregunta, ¿qué significa ser emocionalmente inteligente?, es que una persona que es emocionalmente inteligente es capaz de identificar y entender las propias emociones y las de los demás, relacionarse bien con otros, y lidiar con las dificultades de la vida diaria. La respuesta no tan corta es que una persona emocionalmente inteligente es aquella que es capaz de entender y expresar sus propias emociones, fortalezas y áreas de oportunidad; también es capaz de identificar los sentimientos y emociones que experimentan otras personas y de relacionarse bien con ellos estableciendo y manteniendo relaciones interpersonales constructivas y mutuamente satisfactorias; así mismo, es capaz de lidiar exitosamente con las demandas de la vida diaria adaptándose y manejando efectivamente los cambios personales, sociales y ambientales y resolviendo conflictos interpersonales.
Para lograr todo esto es necesario que la persona sea capaz de manejar las emociones de manera efectiva, que sea optimista, positiva y automotivada. Ahora, todo esto suena muy bien, pero ¿cuál es la importancia de tener estas habilidades? Desde que se introdujo por primera vez el concepto de inteligencia emocional, se ha estudiado ampliamente y se ha demostrado una y otra vez que está directamente relacionada con el éxito o el buen desempeño en diversos aspectos de la vida. Algunos de estos estudios vinculan una alta inteligencia emocional con una mejor salud física y psicológica. Otros estudios demuestran su impacto en las interacciones sociales, el desempeño académico y en desempeño en el trabajo. Finalmente, otras investigaciones han descubierto un vínculo entre la inteligencia emocional y la autorrealización y entre la inteligencia emocional y el bienestar general.
La respuesta a la siguiente pregunta, ¿se puede desarrollar la inteligencia emocional? es una buena noticia. Sí es posible desarrollar estas habilidades para poder alcanzar todos los beneficios que se derivan de ella. Los principales autores que han estudiado la inteligencia emocional (Bar-On, Cherniss, Goleman y Boyatzis) coinciden que las habilidades de inteligencia emocional pueden desarrollarse independientemente de la edad o situación de las personas. No es una tarea sencilla, y requiere de mucho esfuerzo y autodisciplina, pero no cabe duda de que es posible desarrollarlas. Esto nos lleva a la cuarta pregunta ¿cuál es la mejor forma de educar la inteligencia emocional? No hay una única respuesta para esta pregunta, sin embargo, importantes autores en el campo, como Cherniss, C., Goleman, D., Emmerling, R., Cowan, K., y Adler, M., coinciden en que la mejor forma de desarrollar las habilidades de inteligencia emocional son los métodos experienciales ya que incorporan todos los sentidos y permiten que lo aprendido sea retenido y aplicado de manera efectiva.
No sirve de mucho el comprender la importancia y teoría de estas habilidades si no se practican y ejercitan constantemente. El procesamiento es mucho más profundo cuando las cosas se viven como experiencias propias. Mencioné antes que no es tarea fácil y esto es porque el desarrollo de estas habilidades implica realizar cambios en el comportamiento los cuales requieren una muy fuerte motivación para comprometerse con el proceso de cambio a largo plazo. Este proceso normalmente pasa por 4 fases: preparación para el cambio, entrenamiento, transferencia y mantenimiento y evaluación del cambio. la primera es una fase de preparación para el cambio en la que la persona se da cuenta de que quiere cambiar y se prepara para hacerlo. La segunda fase es el entrenamiento. Durante esta fase se identifican las áreas específicas que se quieren trabajar y se establecen metas claras y pasos para lograrlas. Es importante tener un sistema de motivación y apoyo y estar conscientes de que es probable que haya retrocesos, que esto es normal y que es parte del proceso de cambio. La tercera fase, transferencia y mantenimiento, se trata de implementar las habilidades desarrolladas en el contexto diario el cual presentará retos de forma natural al tratar de introducir nuevas conductas. La cuarta y última fase es la evaluación del cambio y se trata de reflexionar y revisar el progreso que se ha logrado y, si es necesario, establecer nuevas metas.
Los métodos experienciales incluyen una combinación de experiencia directa con reflexión guiada y análisis. Una de las grandes ventajas es que están centrados en los aprendices y los hacen responsables del proceso y la toma de decisiones. Otra enorme ventaja es que estos procesos pueden suceder en cualquier momento y lugar. El aprendizaje experiencial se beneficia ampliamente de los procesos experienciales y al mismo tiempo los procesos experienciales implican factores emocionales que mantienen al aprendiz comprometido.
El tipo de experiencias que tienen el mayor contenido emocional y que se pueden convertir en una de las mejores herramientas para el desarrollo de la inteligencia emocional son las experiencias de aventura. Este tipo de experiencias implican un cierto grado de incertidumbre y riesgo (que puede ser físico, emocional, social, intelectual, etcétera) y nos sacan de nuestro contexto diario y de nuestra zona de confort. Nos enfrentan a conflictos que hay que resolver. Nos obligan a tomar decisiones. Nos hacen reaccionar y no nos permiten aparentar. Si a esto le agregamos un ambiente natural en el que no controlamos muchos de los factores a los que nos enfrentaremos y un equipo de facilitadores que pueden llevar a cabo un manejo de riesgos efectivo y dirigir un proceso de reflexión y transferencia efectivos, tenemos una receta perfecta para trabajar esas habilidades que tantos beneficios nos traerán. ¿Te animas a subir esa montaña? ¿Te animas a descubrirte en el camino? ¿Te animas a vivir experiencias y aventuras? ¿Te animas a trabajar tu inteligencia emocional?
– Mariana Rodríguez Serrano
LA MONTAÑA CONTRA EL IMPOSTOR
Por Mariana Rodríguez Serrano | Mayo 2018 |
NO PUEDE HABER IMPOSTORES EN LA MONTAÑA. ELLA SIEMPRE LOS DESCUBRE.
· ¿Alguna vez has escuchado una pequeña voz dentro de ti diciendo que no eres suficientemente bueno?
· ¿Que no lo vas a lograr?
· ¿Que tarde o temprano todos descubrirán que lo que has logrado ha sido un engaño o que tuviste suerte y que en realidad no eres tan bueno como parece o como ellos creen?
Existe un fenómeno llamado síndrome del impostor el cual se manifiesta en mujeres y hombres en todos los ámbitos. Este síndrome se manifiesta como un constante sentimiento de que no se es suficientemente bueno y que los logros y éxitos alcanzados son un fraude, fruto de la suerte y que en algún momento serán descubiertos como impostores. Es ese saboteador interno que no te permite disfrutar los logros y el éxito y que te hace pensar que el fracaso es inminente y que no podrás lograr lo que te has propuesto. Un artículo de la Revista de Psicología Social y Clínica (Journal of Social and Clinical Psychology, Vol. 9, No. 4, 1990, pp. 401-417) describe a los “impostores” como personas exitosas que secretamente no creen que merecen el éxito que tienen y se preocupan constantemente de que otros vayan a descubrir que no son realmente tan inteligentes como parecen; el éxito los hace sentir como fraudes. Por lo general estas personas tienen evidencia externa y objetiva demostrando que son personas exitosas y talentosas, sin embargo, viven en constante temor al fracaso. A pesar de un constante esfuerzo por lograr la excelencia que normalmente resulta en éxito, estas personas creen que han engañado a los demás haciéndoles pensar que son brillantes y que solo es cuestión de tiempo antes de que su ineptitud sea descubierta. Atribuyen sus logros a la suerte o al esfuerzo en lugar de a sus habilidades. ¿Te suena familiar? Hay innumerables ejemplos de personas que sufren o han sufrido este síndrome, desde reconocidos empresarios, hasta grandes académicos y científicos. De hecho, es muy probable que todos hayamos experimentado esa sensación de ser impostores en algún momento de nuestras vidas. Los pensamientos recurrentes asociados a este fenómeno van en las líneas de “en realidad no soy tan bueno, fue sólo buena suerte” o “no puedo fallar o equivocarme porque van a descubrir que soy un fraude” o “seguramente no voy a poder”.
¿Cómo se combate esto para darse a uno mismo permiso de ser genial? Un artículo de la revista forbes (Feel Like A Fraud? Here’s How To Overcome Impostor Syndrome) propone 5 pasos para combatir el síndrome del impostor:
1. Como primer paso proponen hacerlo consciente e identificar cuando lleguen pensamientos con los que estés demeritando tus logros.
2. El segundo paso es cambiar la programación mental reemplazando pensamientos como “no sé nada” o “no podré hacerlo” por pensamientos más positivos como “no lo sé todo, pero sigo aprendiendo” y “no sé qué tan bien podré hacerlo, pero daré mi mejor esfuerzo”. Esto quita un poco de la presión que has estado poniendo sobre ti mismo.
3. El siguiente paso es aceptar que no eres y no puedes ser perfecto. Nadie puede.
4. El cuarto paso es identificar y hacer una lista de tus logros y fortalezas y otra de tus áreas que aún necesitan ser desarrolladas. La idea es enfocarte no sólo en lo que te falta sino en lo que tienes también.
5. El último paso es recordar que no estás solo ni eres el único en esta situación. Busca alguien con quien puedas hablar al respecto y que pueda ser tu confidente y aliado en este proceso.
Todo esto puede sonar muy lógico y sencillo, pero sabemos que la práctica es siempre más complicada. Así que una propuesta distinta es enfocarnos en desarrollar el autoconcepto, autoconfianza y autoeficacia en lugar de enfocarnos en combatir el síndrome del impostor directamente. De esta manera dejaremos cada vez menos lugar a esa voz del saboteador interno ya que la de la confianza en uno mismo será más fuerte. Y un gran aliado para esto es la montaña. Esa gran masa de roca y tierra, cubierta o no de vegetación y habitada y visitada por infinidad de especies.
¿Qué pasa cuando el “impostor” se enfrenta a la montaña?
En la montaña no hay forma de aparentar o engañar ni a la montaña, ni a uno mismo, ni a los demás. Dicen que en la montaña la gente se conoce. Como persona, te conoces a tí mismo y a los demás que están contigo. La roca y la intemperie son como un espejo que saca a relucir cada detalle de nuestra personalidad y nuestro ser. Si alguien es rápido o lento, se nota. Si se entrenó o si le hizo falta preparación, es inmediatamente evidente. Si uno es hábil, resalta. Si uno tiene miedo o está emocionado, no lo puede ocultar. Si alguien falla, la retroalimentación es inmediata a través de las consecuencias. Cada personalidad y estilo de liderazgo sale a relucir. Todo lo que uno hace y deja de hacer en un grupo le afecta directamente a todos los demás. La montaña nos saca totalmente de nuestra zona de confort y no nos permite escondernos detrás de máscaras. Y, cuando estamos completamente expuestos y vulnerables, cuando ya no quedó de otra más que reconocernos como somos, entonces estamos listos para trabajar en nosotros mismos. Esto sucede con el individuo y sucede con el grupo. Además, la montaña te obliga a vivir en el presente y a establecer prioridades para alcanzar tus metas. Te hace administrar mejor tus recursos y eliminar todo el peso extra de las cosas innecesarias que cargas por la vida.
Los verdaderos obstáculos están siempre en la mente. Al enfrentarnos a los obstáculos físicos que nos presenta la montaña, descubrimos la fuerza mental que tenemos y nos damos cuenta de que el verdadero impostor no somos nosotros si no los pensamientos negativos. Y, si la principal herramienta de un impostor es el engaño, al desenmascararlo perderá su poder. Si alguna vez te has sentido como un “impostor”, prueba vivir una experiencia en la montaña. Lo peor que puede pasar es que te descubras y salgas más fuerte, con mayor conocimiento de ti mismo y con mayor confianza.
Mariana Rodríguez Serrano
YO SOLO SÉ QUE NO SÉ NADA
Por Mariana Rodríguez Serrano | Agosto 2018 |
EL ESTADO MENTAL DEL SABELOTODO VS LA VERDADERA EXPERIENCIA.
“Yo sólo sé que no sé nada”. Sócrates estaba convencido de esto y llegó a esta conclusión por experiencia propia. Tal vez era porque estaba limitado a los avances de la época en que vivió. No tenía Internet ni podía viajar al otro lado del mundo… Nosotros que sí contamos con estas cosas tenemos la ventaja de poder saberlo todo. Tenemos el mundo y el conocimiento al alcance de nuestras manos. Un clic = todo lo que el colectivo de la humanidad moderna sabe al respecto de la palabra o frase que tecleamos. Un clic, un chófer viene por nosotros y nos lleva a un lugar nuevo. Otro par de clics y el mundo entero sabe que estuvimos ahí. Un clic, un vuelo, otra ciudad, otro país… La ventaja de poder conocerlo todo. En la superficie, el mundo se ha vuelto pequeño y conocido. Pobre pequeño globo de tierra, los turistas se pasean alrededor de ti tan fácilmente como se pasean alrededor de un parque. Ya no quedan misterios, hemos estado ahí, lo hemos visto, sabemos todo al respecto. Hemos recorrido el mundo y el mundo ha sido recorrido. Esto es bastante cierto, en la superficie.
“En las superficies, horizontalmente, hemos estado en todas partes y hecho todo, sabemos todo al respecto” (D.H. Lawrence)
Hoteles aquí y allá. Restaurantes aquí y allá. Calles, tiendas, mercados, museos, parques, luces, gente… aquí y allá. Ciudades, pueblos y naturaleza… aquí y allá. Lo conocemos todo y todo es un poco diferente, pero al final es más de lo mismo… Sin importar cuánto nos movamos, cuánto viajemos y cuánto dinero gastemos en ello.
¿Qué es una experiencia? ¿Por qué dicen que nuestros bisabuelos tenían más experiencia del mundo que nosotros si ellos pasaron toda la vida en un mismo lugar? La palabra experiencia viene del latín experiencia (derivado de experiri, «comprobar»), es una forma de conocimiento o habilidad derivados de la observación, de la participación y de la vivencia de un evento; proveniente de las cosas que suceden en la vida, es un conocimiento que se elabora colectivamente. ¿Será esta la respuesta a ambas preguntas a la vez? Tal vez la cosa es que, a pesar de que nosotros presenciamos más eventos que nuestros bisabuelos, ellos observaban, participaban y vivían esos eventos mientras nosotros nos limitamos a atestiguarlos y fotografiarlos sin participar, vivir, ni siquiera observar a detalle… nuestra “experiencia” es solo superficial. A veces la palabra experiencia se utiliza para referirse al conocimiento de algo, o habilidad para ello, que se adquiere al haberlo realizado, vivido, sentido o sufrido una o más veces. En ocasiones se refiere al conjunto de conocimientos que se adquieren en la vida o en un período determinado de ésta. Otras veces se refiere al suceso o hecho del que se obtiene este conocimiento. Esto convierte al concepto en uno bastante complejo y que implica muchas variables; todas las variables presentes en el individuo y su contexto para ser exactos. La experiencia como suceso está conformada por una combinación de elementos como un lugar, un momento, una acción, un estado mental y emocional, las personas que nos rodean… combinados con nuestra historia personal, y nuestras creencias. Como conocimiento o habilidad implica además una reflexión, un proceso cognitivo-afectivo y una integración en la memoria y en la identidad. Cuando visitamos lugares o realizamos actividades sólo por el hecho de hacerlas o por el reconocimiento, lo más probable es que la experiencia resultante (conocimiento) esté más relacionada con el haber añadido algo a la lista de logros o con haber logrado cierta respuesta por parte de los seguidores o la sociedad y no con el lugar o actividad en sí misma. Es una vivencia superficial de los momentos ya que se evita la reflexión y aprendizaje significativos. Se aprende que a la gente le gustan más ciertos tipos de fotos que otros o que si se agrega un hashtag se consiguen más comentarios y likes. Pero no se aprende sobre uno mismo, sobre las emociones experimentadas y las reacciones manifestadas, sobre las motivaciones que nos impulsan, las habilidades que poseemos y el grado en el que las dominamos, los obstáculos que nos frenan interna y externamente, la forma en que enfrentamos situaciones, la forma en que tomamos decisiones, la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos y con otras personas, la forma en que interpretamos el mundo, las cosas que influencian esa visión, nuestra escala de valores, la forma en que asignamos valor a las cosas, … (llene el espacio en blanco). Nos estamos conformando, limitando y aficionando a las experiencias piratas. Desde afuera parecen experiencias maravillosas, pero todas se tratan de lo mismo. En palabras de Lawrence, “¡Pobres criaturas que somos!”, anhelamos experiencias, sin embargo, somos como moscas (u hormigas) que caminan sobre la pura y transparente envoltura en la que el mundo, como un dulce, está tan cuidadosamente envuelto que nunca podemos llegar a él, a pesar de que lo vemos ahí todo el tiempo mientras nos movemos sobre él, aparentemente en contacto, pero en realidad tan alejados como si fuera la luna”.
¿Cómo se le hace para romper esa envoltura y conocer el mundo verticalmente? La clave es adentrarse en el lugar con todos los sentidos. Muchas veces lo que hacemos es estar en un lugar, en casa o al otro lado del mundo, pero nos adentramos en él sólo con la vista y mantenemos el resto de los sentidos protegidos con cosas familiares. Podemos estar en un país desconocido, pero traemos con nosotros una pequeña gran maleta con todas nuestras pertenencias para sentirnos como en casa. Seguimos conectados con todas nuestras amistades a través de las redes electrónicas. Estamos allá pero somos cautelosos con lo que comemos y bebemos, no vaya a ser que la comida desconocida nos caiga mal. Buscamos restaurantes de cadenas internacionales porque “más vale malo conocido…”. Nos quedamos en hoteles de cadenas internacionales para poder saber qué esperar y para asegurarnos de tener todas las comodidades a las que estamos acostumbrados. También podemos hacer esto sin salir de casa, bloqueando nuestros sentidos y manteniéndonos en una burbuja que algunos llaman zona de confort. Nuestro sentido de lugar está limitado por esa burbuja.
“Un sentido de lugar (La forma en que percibimos un lugar; el lente a través del cual las personas experimentan y crean significado de sus experiencias en y con un lugar) es una entrada al mundo más grande.” (Robert Michael Pyle)
Al adentrarse en un lugar con todos los sentidos, es posible desarrollar un sentido de lugar más profundo. Deja de ser sólo un punto en el mapa o un escenario y se convierte en experiencia, integrando un significado que es particular a la persona en el lugar y momento. Así es como es posible romper la envoltura y conocer realmente un lugar. Observando, escuchando, probando, interactuando, compartiendo – inevitablemente se genera un cambio en la persona que estará siempre ligado al lugar en el que se produjo. Igual que la experiencia superficial puede suceder en cualquier ubicación geográfica, traspasar la envoltura de la civilización y penetrar el mundo verticalmente puede hacerse en cualquier lugar físico, ya que tiene más que ver con la disposición y acciones de la persona que con el lugar en sí mismo. Sin embargo, hay lugares en los que la envoltura es más delgada y por lo tanto es más fácil empezar por ahí… en la naturaleza a diferencia de en la ciudad. Como cualquier envoltura, es más fácil romperla en donde es más delgada y extender la abertura rasgándola hacia donde es más gruesa. Esto no significa que no se pueda romper en el punto donde es más gruesa o donde tiene más capas, sólo requiere de mayor esfuerzo y estrategia. La complejidad de la civilización agrega capas sobre el mundo mientras que en la naturaleza las capas son más bien aquellas con las que nos envolvemos a nosotros mismos.
“Cualquier lugar natural contiene una reserva infinita de información y, por consiguiente, un potencial inagotable para nuevos descubrimientos.” (Richard Louv)
Al salirnos de los lugares cubiertos por capas de concreto podemos empezar a notar y experimentar los detalles presentes en la naturaleza los cuales, por más pequeña que sea la extensión del terreno, son infinitos. Lo importante no es sólo pararse en un lugar en el que no hay construcciones humanas, es abrir los sentidos y reflexionar para poder asimilar todo lo que sucede ahí. Como ejemplo, una historia:
Jared, un chico de noveno grado cuyo padre es director de una escuela primaria, se quejaba de que, a pesar de que las vacaciones se supone que son para alejarse de todo, “lamentablemente, tenía que llevarlos a todos conmigo! Mis padres, mi hermano y mi hermana menor viajarían conmigo en un horno con ruedas por más de una semana. ¿El Gran Cañón? No tenía ninguna prisa por ver el cañón. Imaginé que seguiría ahí para mí en el futuro.” Cuando la familia llegó, Jared observó “los templos masivos del cañón”. Su primer pensamiento fue, “parece una pintura”. Estaba impresionado por la belleza y majestad de los alrededores. “Pero después de ver el cañón desde varios puntos de vista, estaba listo para irme. Aunque el cañón era magnífico, no me sentía parte de él – y sin ser parte de él, parecía no mucho más que un hoyo gigante en la tierra”. Pero las vacaciones eran jóvenes, y el estado mental de sabelotodo penetrable. Después del Gran Cañón, su familia fue al Monumento Nacional Walnut Canyon, cerca de Flagstaff, Arizona. Jared asumió que sería similar al Gran Cañón, “interesante para ver, pero nada que retenga mi atención”. Hace novecientos años, el pueblo Sinagua construyó sus hogares bajo los acantilados de 20 millas de largo, cuatrocientos pies de profundidad y media milla de ancho. El cañón está poblado por buitres americanos, alces y pecaríes. Los hábitats se traslapan, mezclando especies que usualmente viven separadas; los cactus crecen al lado de los abetos. Jared describió detalles del camino, cómo los arbustos eran chaparros y dispersos y parecía que habían estado ahí por muchos años, y la forma de los altos pinos a lo largo de la grieta. “Mientras seguíamos la vereda hacia el cañón, el cielo se oscureció. Empezó a llover y la lluvia rápidamente se convirtió en aguanieve”, escribió Jared. “Encontramos refugio en una de las antiguas cuevas indias. Los relámpagos iluminaban el cañón y el sonido de los truenos hacía eco en la cueva. Mientras esperábamos a que acabara la tormenta, mi familia y yo hablamos sobre los indios que vivieron ahí. Discutimos cómo cocinaban en las cuevas, dormían en las cuevas, y encontraban refugio en las cuevas -justo como hacíamos nosotros ahora.” Observó el otro lado del cañón a través de la lluvia. “Finalmente sentí que yo era parte de la naturaleza”. El contexto de su vida cambió. Estaba inmerso en la historia viviente, atestiguando eventos naturales fuera de su control, muy consciente de todo aquello. Estaba vivo.
“El estado mental del sabelotodo es, en realidad, bastante vulnerable. En un segundo se quema y algo esencial emerge de sus cenizas.” (Richard Louv)
- Mariana Rodríguez Serrano
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LINEA DEL TIEMPO: EDUCACIÓN EN LA AVENTURA
DESARROLLO DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL A TRAVES DE LA AVENTURA
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